lunes, 23 de julio de 2012

Ajos contra el enano vampiro - Historia de Belek (post completito)




"La gente solía decir en aquellos tiempos que los únicos que salían cuando caía el sol eran los militares, los guerrilleros, los policías y los ladrones. En Flores, los vecinos agregaban además a Belek."







Se trata de uno de los relatos más fascinantes del libro “Buenos Aires es leyenda”. Tiene como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de los Zares a fines de los 70. Belek, que provenía de la zona de los Cárpatos –como el conde Drácula–, fue expulsado luego de que el dueño del circo, Boris Loff, el Hombre Bala y la Mujer Barbuda lo encontraran prendido al cuello de Vera, una mono tití.
Pero el mito de Belek, el enano vampiro, apenas comienza allí.
El verdadero horror se desató cuando se refugió en una casa semiabandondada del Bajo Flores y los gatos del barrio comenzaron a desaparecer misteriosamente.
La leyenda cuenta que la gente protegió sus casas con ristras de ajo y todos llevaban crucifijos por miedo a sus ataques. Una noche de invierno, los hombres del barrio cazaron al enano vampiro con la red de un arco de fútbol, cerca de la estación Flores, pero se les escapó. Aseguran que aún vive en el cementerio de Flores y sigue haciendo de las suyas.


Esta historia, que aún estremece a muchos vecinos del Barrio de Flores, transcurrió en las noches más negras de Buenos Aires, que sólo por casualidad coincidieron con la época de la dictadura.
Por aquellos años, a fines de la década del 70, llegó a Buenos Aires el Circo de los Zares, que si bien no tenía la magnificencia del Circo de Moscú, era uno de los circos soviéticos más importantes.
Como todos los circos rusos, tenía una gran troupe de enanos, payasos y equilibristas, que son la marca registrada de aquel país. Entre ellos, se destacaba un ágil enano llamado Kirki, que era originario de la zona de los Montes Cárpatos, donde nació y luchó contra la invasión turca el vampiro humano Vlad Tepes, "El Empalador", que Bram Stoker inmortalizó en su novela "Drácula".


Kirki: ataque, expulsión y soledad

Cuando el circo llegó a la Argentina, se instaló en el predio que ocupara el viejo Gasómetro de Avenida La Plata, antes de que se construyera el supermercado que hoy lo ocupa.
Pero, tras comenzar las funciones, junto con la alegría de los chicos y las risas de los grandes, empezó a infiltrarse una extraña sensación en el personal circense. Algunos animales empezaron a morir en circunstancias misteriosas.

Un circo.

El encargado del circo, Boris Loff -toda similitud con el actor que protagnizó tantas películas de terror es casual-, que poseía nociones básicas de medicina, al revisar a los animales notó que morían de noche y quedaban secos, casi sin sangre.
Decidido a encontrar al animal que provocaba semejante estropicio, el señor Loff convocó para formar un equipo de vigilancia al Hombre Bala y a la Mujer Barbuda.
Una noche, escucharon unos ruidos sospechosos en el carromato de Kirki, el payaso estrella del circo. El Hombre Bala se arrojó contra la puerta, destrozándola y los sorprendidos artistas se encontraron al entrar con el peor de los escenarios. Kirki se encontraba prendido a la yugular de Vera, la simpática mona tití que hacía las delicias de grandes y chicos con sus gracias y morisquetas, succionando con avidez.
Horrorizado, el señor Loff expulsó al enano del circo, aunque omitió denunciarlo a la policía capitalista para evitar que las lenguas viperinas de la prensa burguesa aprovecharan la ocasión y asociaran al paraíso socialista con las equívocas prácticas vampirescas que ejercía el minúsculo rumano.

Kirki se transforma en Belek

Finalmente, el circo se fue y Kirki quedó varado en Buenos Aires, lejos de su tierra y, posiblemente obligado a seguir practicando su afición hemática para obtener alimento. Su exilio comenzó en un caserón abandonado de Flores.
Sus nuevos vecinos, que al principio lo tomaron sólo como a un personaje pintoresco, lo bautizaron con el nombre exótico de Belek, quizás por algún diálogo a media lengua, porque por esos días algunos intentaron comunicarse con él.
Con el tiempo, de pronto alguien notó e hizo correr la voz por la ausencia de algunos gatos domésticos y de otros que solían vagabundear alegremente por el barrio.
Pero un día el miedo comenzó a tomar forma. Doña Ángela, una vecina que vivía en la calle Santander, echó en falta a su minino preferido y allí empezó todo. Ante el misterio de la ausencia de los felinos y tras una breve investigación, algunos dedos acusadores comenzaron a apuntar al enano misterioso y excéntrico, que no se trataba demasiado con nadie y era el único ser que se movía por fuera del medio ambiente barrial.
Desde ese día, la noche fue de Belek. La gente solía decir en aquellos tiempos que los únicos que salían cuando caía el sol eran los militares, los guerrilleros, los policías y los ladrones. En Flores, los vecinos agregaban además a Belek. Aterrorizadas, las madres empezaron a encerrar a sus hijos y a sus mascotas antes de las ocho de la noche, por lo que los únicos que se atrevían a caminar por el empedrado eran los hombres fuertes.

Belek ataca

Dos investigadores de los mitos urbanos, Guillermo Barrantes y Víctor Coviello encontraron, luego de una larga búsqueda, a don Fulgencio, un jubilado que guardaba unas botas de goma que llevaban la marca de los dientes del enano. Éste lo atacó una noche cuando iba a comprar el pan al almacén del Turco Asid. Se le prendió de un tobillo, pero su perro Osvaldo, que lo había acompañado, se le prendió de la espalda a Belek, que empezó a putear en un idioma incomprensible. Ante la furia canina, el misterioso ser soltó al veterano para correr a refugiarse en la noche.
Pensándolo endemoniado, al día siguiente, unos asustados vecinos se fueron hasta la casa en la que vivía Belek, acompañados por el Padre Luis, de la Iglesia de la Medalla Milagrosa. Encontraron sólo un cajón de manzanas forrado en pana y unos libros en ruso. El único rastro de Belek era el nombre Kirki en la cubierta de éstos.
De todos modos, los ataques siguieron. Una mujer murió en circunstancias misteriosas, en tanto que una chica de la Villa del Bajo Flores sufrió la pérdida de su bebé a manos del escurridizo vampiro. Los atribulados vecinos, entretanto, terminaban con las existencias de ajo en Flores. No había puerta o ventana del barrio en la que no hubiera una ristra.

Belek se muda al Cementerio

Una noche, cerca de la estación, atraparon a Belek con una red de arco de fútbol, pero el enano cortó la red con un cuchillito y se escapó una vez más. Tiempo antes había atacado a un tal Galán, que se libró de él haciéndole un piquete de ojos, como los que hacía el mítico Martín Karadagian para derrotar a los malos.
Finalmente, parece que, afectado por el clima húmedo de Buenos Aires, Belek emigró hacia tierras cordobesas, moqueando y tosiendo. Algo que parecería extraño en un verdadero vampiro rumano, criado en un clima aún más riguroso que el que azota a estas tierras. Pero las versiones más difundidas dicen que Belek aún mora en el Barrio de Flores, ahora en otra quinta, la del Ñato, es decir el cementerio, adonde se alimenta de gatos, ratas y de otros inofensivas bestias, con la ventaja de que en este lugar poco frecuentado en las noches no hay seres vivos que lo molesten a él.

Entrada al cementerio de Flores


Sobre el cementerio de Flores

Don Ramón Francisco Flores en 1804 funda el pueblo de San José de Flores en el entonces Partido de Morón. En 1807 se inaugura el primer cementerio, lindero a la parroquia.
El pueblo crece rápidamente y se traslada el cementerio a una parcela ubicada entre Varela, Culpina, Tandil y Remedios, donada por la familia de Esteban Villanueva que se inaugura el 20 de septiembre de 1832 y por resolución del 7 de julio de 1865 pasa a depender de la Municipalidad de San José de Flores que luego, por las leyes de federalización dictadas en 1884 y 1887, se incorpora a la Ciudad de Buenos Aires.
El cementerio es habilitado el 9 de abril de 1867 y Elena Bergallo, de tres meses de edad, constituye su primera inhumación.
El 1° de octubre de 1979 se bendijo el nuevo “Cementerio Parque” como anexión al cementerio de Flores.
Este cementerio conserva las características pueblerinas de su concepción. Entre las bóvedas que se encuentran en él se destacan las de la familia Flores, Tomás Millan, Terrero, Bunge y Ojeda. Además descansan los restos del tan mentado payador Gabino Ezeiza.
Ubicación: Comprende un predio de 27 Ha y está delimitado por Balbastro, Varela, Castañares y Lafuente.

¿Por qué se menciona la "quinta del ñato"?

Una quinta es –entre otras cosas– un lugar para descansar, o de reposo; y ñata es una manera popular de llamarle a la calavera, que carece de nariz.
De manera que la quinta del ñato es el lugar de descanso de la calavera (el cementerio).

¿De dónde viene el nombre "Belek"?

Belek es un municipio del distrito Serik, en la provincia turca de Antalya. Es uno de los centros de la industria turística de Turquía, albergando más de 30 hoteles de 4 y 5 estrellas, edificios de departamentos y variedad de servicios e instalaciones de entretenimiento. Se destaca la actividad golfística que se desarrolla en dicho municipio.


Imágenes de Belek








Fuentes:
http://creepymaiden.com.ar/?p=61
http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/7624727/Leyendas-de-Buenos-Aires---Ajos-contra-el-enano-vampiro.html
http://ar.fotolog.com/merinali/63019063/
http://eldespertadorteofilantropico.blogspot.com.ar/2009/07/cementerio-de-flores.html
http://sitioculto.blogspot.com.ar/2008/02/la-quinta-del-ato.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Belek
http://cheap-holidaystoturkey.com/belek

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