domingo, 8 de julio de 2012

Clásicos de los Sábados: La mujer de la curva





¡Esta vez el clásico del sábado salió recién el domingo, perdón!
Esta historia se repite con infinidad de variantes alrededor del mundo. Les dejo mi versión, espero que la disfruten.






Para el habitante de ciudad, la noche cerrada es un fenómeno extraño. Estamos habituados a la luz anaranjada de las lámparas que iluminan nuestras calles. Encontrarse, por ejemplo, en algún lugar de una ruta donde no se ha instalado este servicio (o donde no funciona), nos fuerza a un máximo de atención al volante: solo podemos ver unos metros por delante, en el área cubierta por el haz de los faros. Bajamos la velocidad, aguzamos nuestra visión, e irremediablemente nuestros demás sentidos parecen afinarse. Hay ocasiones en las que no podemos evitar que nuestra mente también se reactive
Pero en este relato no hace falta estar a oscuras.
Se cuenta que un conductor iba manejando su auto de noche, por un tramo bien iluminado. Iba despacio (y con sus sentidos alertados) debido a una llovizna intermitente y a la neblina inoportuna que se había formado desde varias horas antes. En un momento, a lo lejos, divisa una figura. Al acercarse más, se da cuenta de que se trata de una mujer joven, con la ropa empapada y un poco embarrada, que temblando le hace señas con una mano.

El conductor decide detenerse para auxiliar a la mujer. Ha escuchado historias sobre robos y asesinatos en la ruta que incluyen un cebo de este tipo, pero no ve a nadie más en los alrededores, y su conciencia no le permite simplemente abandonarla. Así que frena, abre la puerta y la deja subir.
La mujer, tiritando, le agradece por haber parado, mientras nuestro conductor reemprende la marcha rápidamente, por las dudas...
Le pregunta a la mujer qué le ha ocurrido, a dónde se dirigía, si tiene alguna herida, mientras alterna su mirada entre la joven y la ruta. Ella le contesta con un hilo de voz que se dirigía al siguiente pueblo, que se encuentra pasando unos cerros. Le dice que ahora está bien, que tenía frío pero dentro del auto está mucho mejor. El le pregunta si quiere una campera (la lleva en el asiento de atrás), y cuando hace ademán de agarrarla ella le dice -¡CUIDADO! Esta curva es muy peligrosa, reduzca la velocidad si no quiere tener un accidente...
El hombre, alarmado, suelta un poco el acelerador y se concentra en el camino. La curva en cuestión es casi ciega. Posiblemente el cartel que advertía sobre esto haya sido vandalizado o simplemente se haya caído. En definitiva, el conductor se da cuenta (con un escalofrío), que de no haber sido por la advertencia de la mujer hubiera caído por un precipicio.
-Gracias por avisarme... ¡Qué peligrosa es esta curva!
-Si, lo se. En esta curva tuve un accidente esta misma noche, pero de hace un año.
En el asiento del acompañante solo había rastros de humedad y barro.


Autor: dakonero

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