martes, 25 de junio de 2013

LAS MANOS DEL TIEMPO

En esta ciudad de Puebla lo que más abunda son los edificios desvencijados, uno camina bordeando muros de grosor en desuso, la cuarta de cualquier mano apenas abarca la mitad de ellos. Los portones de madera parecen estar atascados por las manos del tiempo, como si alguien se hubiera quedado dentro y desde afuera otro continuara la maniobra desesperante de quitar poco a poco la madera que el soplo continuo del viento ha secado.
Me pregunto por qué los barrotes de algunas casonas parecieran forzados. Los espacios apenas dejarían libre la cabeza de un niño o de un cadáver que se asoma desde hace mucho tiempo y luego retrocede sin poder lanzar su maltrecha ánima.

Leticia Diaz Gama


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