sábado, 8 de septiembre de 2012

¿QUÉ SE INSINÚA ENTRE LAS SOMBRAS DEL PRESENTE?

En más de una ocasión se ha mencionado en este blog la progresiva desaparición de ciertas costumbres y tradiciones, así como también de personajes que, durante mucho tiempo, formaron parte de la identidad de nuestra gente (de nosotros, digamos). El avance tecnológico, el afán consumista, la superexposición a la que nos someten los medios de comunicación (y de contacto) actuales, los intercambios globalizados, van transformando los hábitos de las personas y la manera en que encaran las relaciones familiares y sentimentales, el trabajo, el ocio, etc.
En cuanto a los niños y niñas, el grado de evolución y la facilidad de acceso a dispositivos tecnológicos parece potenciar una parte del desarrollo intelectual de los mismos, al tiempo que las habilidades sociales que podemos llamar "clásicas" van perdiendo terreno. Los chicos están más despiertos pero su forma de relacionarse con pares y mayores va cambiando: hay contextos donde los intercambios cara a cara son requerimiento (escuela, club, iglesia, taller), y momentos donde el enlace tecnológico exige cierto tipo de reclusión. Para comunicarse con los demás primero hace falta construir ese lugar de aislamiento.
Por supuesto que este cambio también es vivenciado por los adultos de la actualidad, con la diferencia de que su crianza constituyó un proceso llevado a cabo del otro lado de la brecha que separa a los nativos digitales de los que no lo son.

Si consideramos a la cultura como preexistente y constitutiva de todo sujeto, y que también ha de prolongarse luego de la muerte del mismo, es posible entender que hay momentos de mayor diferenciación intergeneracional, cuando la distancia no se mide solo en años, sino también en base a desarrollos tecnológicos revolucionarios. El fuego, la rueda, la escritura, la máquina de vapor, el avión, los antibióticos sintetizados, tantos otros hasta llegar a Internet, constituyen puntos de inflexión; puntos que en alguna medida pueden entenderse como demarcación, entre aquél que en el transcurso de su vida atestigua el surgimiento, descubrimiento o invención de tales adelantos, y aquél que es recibido (construido) por la cultura enriquecida de los mismos. Los primeros habrán de adaptarse (o no) a estos avances; los otros serán nacidos en ellos y marcados por sus posibilidades de acceso (o no) a estas tecnologías. En ambos procesos está latente la amenaza de la exclusión.

Por otro lado, existen ciertas constantes que, a pesar de tantos avances y transformaciones, se mantienen vigentes, más o menos visibles y según ciertas modalidades que pueden ir también transformándose. Ya se ha hecho mención a este tema en entradas anteriores, aunque muy superficialmente. La cuestión pasa por identificar de qué manera se manifiestan en la actualidad esos temas trascendentales, esas dudas incontestables, esos deseos  innombrados que acompañan al ser humano desde que es humano. En un momento histórico donde la producción de conocimientos lleva un ritmo vertiginoso, ese núcleo de lo desconocido no disminuye, sino que encuentra nuevas formas de mantenerse en la oscuridad, apenas insinuado.
¿Cuáles son esas sombras tras las que se oculta lo trascendental en la actualidad? ¿Son las mismas de antes, las mismas de siempre? ¿Cuáles se repiten y cuáles se incorporan? ¿Qué es lo que dejan ver de las cuestiones fundamentales que nos atraviesan?

Hernán

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