miércoles, 5 de febrero de 2014

TERROR EN SANTIAGO DEL ESTERO I

Mediodía en el interior de Santiago bajo un sol de fuego. El camino de tierra serpentea vaporoso bajo un cielo de nubes blancas que asfixian —amenazantes de humedad— con una lluvia que no llegará.
Desde la ruta, la camioneta del Multimedio recorre, uno a uno, los 54 kilómetros que restan de viaje hacia un paraje que muchos lugareños prefieren evitar nombrar. Punta Pozo tiene, por estos días, el poder de las palabras que prefieren ser evitadas.
Una sucesión de fenómenos paranormales, sin explicación alguna, ha sumido a los pobladores en el terror y el espanto. Todos son protagonizados y sufridos por la familia Ibáñez, compuesta por un padre ausente por el rudo oficio de peón golondrina, Sabrina y sus siete hijos. Todos, conviviendo al cobijo de un paupérrimo rancho de tan sólo tres habitaciones.
El camino es tortuoso. El polvo de en suspenso entra por cada orificio de la camioneta, inundándolo todo de un talco volátil que dificulta la respiración.
Sugestiones momentáneas de miedo, que aceleran el ritmo cardíaco de quienes nos acercamos a un sitio en el que pasan cosas de las que cualquier ser humano normal —y en sus cabales— huye.
El puñado de datos que nos brinda un baquiano es espeluznante y tiene como protagonista a Sabrina, la adolescente de 16 años que vive episodios de alucinaciones recurrentes, dice “pelear con espíritus” y sonríe, cada vez que se le menciona el tema, con un gesto extraño que inspira tomar distancia.
Llegamos al rancho sin aviso y, como por una predestinación, estaban todos sentados bajo unos horcones con techo de adobe al reparo del calor, que por esas horas era la peor maldición en un solitario lugar, prácticamente despoblado y huérfano de existencias.
Golpeamos las manos y un hombre salió a nuestro encuentro. Muchas veces este cronista ha visitado el interior provincial. Los perros no ladraron. Fue la primera mala señal de un viaje que prometía sorprendentes revelaciones.




Sabrina Coria tiene 16 años, pero últimamente su vida se ha convertido en un verdadero calvario, ya que es “atacada” constantemente por una entidad que la persigue y la acosa constantemente.
Particularmente, manifiesta que solamente ella puede ver a esta “presencia”, aunque hay varios testigos que aseguraron ver cuando la menor era zamarreada, tanto de su cuerpo, como de los cabellos.
Antes de dialogar con este Multimedio, la víctima misteriosamente se reía sin razón aparente, su mirada pasaba de la angustia y el temor, a la “aparente” tranquilidad en cuestión de segundos, algo que llamó mucho la atención de los presentes en ese momento.
La adolescente comenzó su escalofriante relato de los hechos: “Veo muchas cosas, hace dos semanas que me empezó todo esto, recuerdo que una vez venía de un almacén de hacer unas compras, y en el camino me atajó un toro, era un animal muy grande y salió de la nada, la gente de esta zona no tiene animales tan grandes, desde ese día me comenzaron a pasar ‘cosas’”, asegura la adolescente mientras refriega sus manos en el pantalón.
“Me tiraron de la cama muchas veces y, hasta tres veces en una misma noche, vi una luz parecida a una linterna en medio de la oscuridad, mientras estaba cenando con mis padres y mis hermanos, pero yo nomás veo esas cosas”, relata.

Apariciones

“Ellos se asustaban al principio por mis reacciones, otra vez me fui al baño, a buscar un shampoo y cuando quiero salir se me aparece ‘él’, un hombre viejo, petiso con un gorro grande y uñas muy largas”, relata con una tranquilidad pasmosa.
“Su sombrero es más grande que su cuerpo y está todo sucio, yo en ese instante tomé un palo y creo que le pegué, no estoy segura, pero desapareció de la nada”, asegura.
“Una tarde me agarró del pie, yo venía en caballo para mi casa galopando, mi hermano venía en otro caballo a la par mía, y mi caballo de la nada se frenó, casi me hace caer, mi hermano se vuelve hacia mí y me grita, y era el tipo que estaba sujetando al caballo”, desmenuza mientras sonríe con extrañas muecas. “Yo le pegué con el lazo, pero él igual me agarraba de la pierna, el caballo comenzó a relinchar, llegué a mi casa muy asustada”, dijo.
“Después me aparece un perro negro, me sigue por el monte, yo lo veo y lo escucho, me hace gestos que lo siga, cuando llego a mi casa, a veces el perro queda en el portón pero no entra y ahí desaparece”, concluyó para quedar en silencio sentada, allí en el patio del rancho con sus gestos y su silencio.

 
Fuentes: 
http://www.nuevodiarioweb.com.ar/nota/policiales/507317/punta-pozo-donde-habita-espanto.html
http://www.nuevodiarioweb.com.ar/nota/policiales/507321/l-me-persigue-todos-lados-me-hace-gestos-me-golpea.html

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