lunes, 20 de junio de 2016

LA BIBLIA JUNTO AL CALEFON


Hace tiempo que tenía ganas de contar esta anécdota, sobre todo para quienes hayan escuchado al menos de pasada el famoso tango "Cambalache" sin entender a qué se refiere la conocida expresión "y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón". Hice una búsqueda rápida para confirmar la versión que yo conozco (y no ponerme demasiado imaginativo), y me di cuenta de que alguien ya la contó de forma muy acertada. No tendría sentido buscarle la quinta pata al gato porque me gustó mucho la explicación de la que hablo, así que la transcribo.



El tango Cambalache es la más famosa obra que compuso el gran poeta Enrique Santos Discépolo. Aunque hayan pasado más de 75 años desde su creación, su letra sigue manteniendo enorme vigencia, como un claro reflejo de la sociedad. La frase que junta a la Biblia con un calefón es una pegada magistral, quizás la de mayor repercusión en esa histórica letra. Pero ¿cuál es su significado?

Cambalache fue compuesto en 1934 para la película "El alma del bandoneón", estrenada al año siguiente. Allí lo interpretó el cantor Ernesto Famá acompañado por la orquesta de Francisco Lomuto.

La obra nació durante la Década Infame, a la que denuncia Discépolo en varias de sus letras. Como respuesta de gobiernos autoritarios, en distintas etapas de la historia negra de nuestro país, fue censurada. Pero siempre renació con toda su originalidad. Particularmente en Argentina, Uruguay y Colombia, el término cambalache refiere a una prendería, lugar de compraventa de enseres usados.

El sable sin remaches, la Bilbia y el calefón 

Un autor anónimo comienza advirtiendo: ”La historia tiene relación con los baños, la higiene personal y la forma de realizarla por entonces, que hoy mucha gente, especialmente jóvenes, pueden no haber conocido atento al tipo de baños que hoy se usan. Al menos en el mundo occidental y cristiano.

Los baños actuales y que suelen ser llamados ‘completos’, constan como mínimo de retrete inodoro, lavabo, ducha y bidet. Hasta finales del siglo XIX se utilizaban bacinillas (también llamadas ‘tazas de noche’), cuyos contenidos eran arrojados por las ventanas al grito de ¡Agua va! Antes aún, había letrinas, que solían estar en los fondos de las casas”.

“En Buenos Aires –prosigue el autor anónimo- coexistieron bacinillas y letrinas hasta principios del siglo XX, época en que las familias ‘acomodadas’ comenzaron a instalar baños. Luego su uso se generalizó casi en toda vivienda, incluso en las modestas. El sencillo ‘miniambiente’ constaba al menos de retrete y lavabo. Si los lujuriosos dueños de casa practicaban la morisca costumbre de lavarse todo el cuerpo más o menos seguido, siempre que contaran con medios económicos suficientes como para costearse ese capricho, los baños también tenían una ducha. Claro, si había una ducha era necesario calentar el agua, así que al lado de la ducha se instalaba un calefón”.

“Sin embargo –según esta singular historia-, el papel higiénico tardó en obtener su carta de ciudadanía para poder trabajar en limpio en aquellas sucias tierras. Cuando apareció, era bastante caro y no estaba al alcance de todas las familias. Entonces se veían obligadas a utilizar para esos fines sanitarios el vulgar papel de diario o, en su defecto, cualquier otro. Era muy estimado un papel más sedoso; así que los sufridos usuarios trataban de conseguir en las verdulerías y fruterías los papeles con los que venían envueltas las manzanas y otros productos de campo”.


Y aquí aparece La Biblia en escena. “Otro muy apreciado era el llamado ‘papel biblia’, especialmente delgado y suave. Ahora bien, ya por entonces existía la Sociedad Bíblica, una de cuyas misiones era la de difundir la biblia protestante, para lo cual regalaba ejemplares del sagrado libro (obsequio que en la actualidad lo sigue haciendo).


Como si fueran devotos creyentes, muchos habitantes de Buenos Aires aceptaban esas gentilezas y, aunque siendo mayoría la grey católica, lo mismo pasaban a retirar la biblia protestante, que la Sociedad obsequiaba en calles, plazas o en su sede central”.

”Sin embargo –culmina esta historia- cuentan que quienes obtenían esas biblias protestantes no era masivamente con el fin de leerlas. Les perforaban una tapa y las colgaban de un gancho de alambre, al lado del calefón, cerca del retrete, e iban arrancando las suaves hojas para usarlas como papel higiénico”.

Precisamenta "Sable sin remache" se le llamaba a un gancho donde se colgaba el papel higiénico al lado del inodoro.

En este hecho se habría inspirado Enrique Santos Discépolo para decir con elegante suspicacia, propia de un grande, esta frase a la que dejó picando:

”Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
Y herida por un sable sin remache
ves llorar la biblia junto a un calefón”.




Letra completa del tango "Cambalache"

Letra y música: Enrique Santos Discépolo, 1935
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón. 

¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
; Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón. 

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamoa encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...




Fuente:  http://www.lagazeta.com.ar/cambalache.htm#12

Para saber más:


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