Entre tantos hechos terribles que ocurren semana tras semana, dos han captado especialmente la atención en este último tiempo: el ladrón que, tras intentar asaltar a una joven madre, fue linchado y muerto por una turba de vecinos (Rosario), y la estudiante jujeña que fue asesinada de un puntazo en el corazón durante un robo (Tucumán).
El supuesto ladrón, abatido |
Manifestación realizada por el asesinato de la estudiante |
http://www.nuevodiarioweb.com.ar/nota/policiales/517708/mataron-punalada-estudiante-para-robarle-cartera-telefono.html
En el caso de Rosario, el debate está a la orden del día. Hay quienes respaldan y hasta celebran el linchamiento del ladrón, hay quienes llegan a elevarlo a la categoría de mártir. En el medio, un océano de posiciones intermedias. Lo innegable es el desborde de los vecinos, la horda justiciera-vengadora, el frenesí de la revancha.
En cuanto al caso de la estudiante asesinada, nos muestra el otro extremo, el de un cuadro que se nos va haciendo cada vez más habitual apenas salimos de nuestras casas: agresión, violación, asesinato... Como si un robo "como Dios manda", una mera sustracción, o el tironeo, fueran algo tan natural y dado, tan esperable, que hace falta ir más allá de obtener el botín para que ese hecho pueda entenderse como una verdadera transgresión.
El desamparo que sufrimos los tucumanos durante diciembre, la bronca y la desconfianza que ahora pesan sobre la fuerza policial en conjunto (no se limita más a ciertos sectores, a las manzanas podridas de siempre), contribuyen a pintar una escena aun más complicada.
Un poroto más para todo eso que nos hace mal, y van...
Gracias hernan por mantenernos informado y reflexionar sobre estos eventos!!!
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