ELOGIO DE LA MUÑECA DE TRAPO
La muñeca de trapo no parece de trapo.
La gente sin corazón no la ama
porque dice que no tiene pies ni brazos.
Pero eso es mentira.
La muñeca de trapo
es una viejecita que duerme, duerme, duerme,
con los pies escondidos en el vestido largo.
Es una viejecita
con una pañoleta que le tapa las manos.
Su cara está arrugada porque ha sufrido mucho,
y porque tiene muchos, muchos años.
Fue la primer muñeca que se hizo en el mundo.
Y es por eso que todos los niños la adoramos,
y le cantamos siempre el arrorró,
y la mecemos en los brazos,
y le hicimos la cuna, la cuna más pobre,
que es también, como ella, de trapo.
La acostamos vestida para no despertarla,
mientras dice la nena que ha de ir al mercado
para comprar azúcar, y una ollita
donde le hará bombones para su cumpleaños.
Fue la primer muñeca que se hizo en el mundo.
Ya no se ven sus ojos; su boca se ha borrado;
sus dientes se cayeron,
y sus oídos se taparon.
Le quisieron dar ojos, pero ella no quiso,
porque sólo han llorado.
Le quisieron dar boca, pero ella quería
una boca limpia, que no hubiese hablado.
Le quisieron dar dientes, pero ella no quiso, porque habían dañado.
Y porque siempre oían cosas tristes,
tampoco quiso oídos la muñeca de trapo.
Y duerme, duerme, duerme,
con los pies escondidos en el vestido largo,
y con la pañoleta
que le tapa las manos.
Sólo los nenes de los campesinos
la llevaban, a veces, a pasear por el campo.
Ella no iba al recreo de la plaza. Tampoco
la llevaron al cine, ni al teatro,
ni al circo, ni a los parques,
ni al zoológico lindo de los días feriados,
porque la gente mala se creía
que era muy pobre, muy fea, la muñeca de trapo.
Pero si alguno se enfermaba, ella
se dormía a su lado;
y calentaba el pecho de las nenas enfermas
con su tibia caricia, su caricia sin manos.
Pero ella nos quiere y nos perdona
porque la recordamos,
y porque la apretábamos contra el corazón,
y porque muchas noches dormimos abrazados.
Fue la primer muñeca que se hizo en el mundo.
La que nunca se rompe. La que todos amamos.
La que hacemos nosotros, la que harán, la que hicieron
con un trapo enrollado.
La que es abuelita de todos
los muñecos del mundo. ¡Muñequita de trapo!
¡La única muñeca que conoce el amor,
la ingratitud y el desengaño!
Y que es blanda. Tan blanda
como el pan mojado
que comen los niños,
los viejos y los pájaros.
Inevitablemente este poema me trae muchos recuerdos de mi abuela, que hace tiempo ya no está con nosotros y a la que extraño mucho. ¡Nunca dejes de cuidarme abuelita querida!
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