Alejandro se
preparó para el salto. Iba a salir del callejón oscuro con esa máscara espantosa, para darle a ese maldito un susto como nunca
antes había experimentado. ¡Ah, dulce venganza…!
Pero Alejandro
hizo un mal cálculo. Pensó que el maldito estaba todavía lejos, así que fue
sorprendido por su supuesta víctima acuclillado, listo para la acción, y así se
le arruinó la emboscada.
¿Acaso no había
elegido un buen lugar para esconderse?
Su rival, de todos modos, estaba pálido, paralizado, con los dedos crispados y los ojos
desorbitados, mirando horrorizado algo que asomaba desde el callejón oscuro,
justo detrás de Alejandro.
Hernán
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