Ya presiento lo que provoca aquella brisa
tras mi cabeza: uñas maltratadas sobre dedos blanquecinos de manos codiciosas.
O bocas rebalsando negrura de dientes podridos y besos de muerte.
Algo devora algo fuera del cuarto. Seguramente
algún vapor etéreo ha saturado los ambientes. De a poco los sonidos van
muriendo, y ya no puedo salir.
Si miro al costado los veo en los
recovecos, si escucho me ensordecen con sus gritos enfurecidos. Tendré que
quedarme quieto y callado y terminar lo que comencé. Si dejo de leer me
arrastrarán a su guarida, o, como adivino por el golpeteo en la puerta,
entrarán para llevarme.
Si me equivoco y huelo me desvanece el
olor a azufre, si aguanto la respiración me vence el hedor de podredumbre. Si
soporto la prueba me descorazona el aroma de aquél ser amado, y lloro.
Si espío el espejo me horrorizo con lo
que veo, si lo rompo me maldicen por lo que había reflejado. Si llamo un nombre
de mujer vuelve del más allá para vengarse, si llamo un nombre de varón desato cuatro
males en el mundo.
Si suena una voz lejana es porque pide
auxilio o reparte amenazas, si de pronto es estrepitosa es porque llora o blasfema. Siempre busca
o persigue, y siempre termina encontrándome. Si la ignoro me espera la muerte,
si la sigo voy camino a la condenación.
Si el reloj da las doce ya no tengo
escapatoria, si da las tres debo esperar la espantosa risa del comienzo. Si
solo se oye el tic tac falta menos para mi suplicio.
Si pronuncio las palabras de forma incorrecta
el infierno me reclama, si las pronuncio correctamente cae sobre mi algo peor
desde las alturas. Si me quedo callado sale el monstruo bajo la cama.
Si cierro los ojos la temperatura se hace
insoportable, si los mantengo abiertos la habitación se hace cada vez más
pequeña. Si los dejo entrecerrados puedo ver con las lagañas del perro.
Cuánto daría por tener la certeza de que
la realidad no se ha vuelto pesadilla tan de repente…
Y si de pronto me sobresalto y despierto
del mal sueño, y me toma un segundo darme cuenta de la verdadera situación,
entonces ya no puedo moverme ni emitir sonido alguno: algo repta por el cuarto
y la bruja se me ha sentado en el pecho.
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