-Cuando has estado tanto tiempo como yo trabajando
aquí te acostumbrás al silencio. Me imagino que para vos debe ser un poco
complicado ahora, pero dale tiempo y vas a ver como después ni cuenta te das.
Le paso el mate a mi nuevo compañero. Amargo,
fuerte. Bueno para mantenerse despierto.
-¿Hace mucho que esto está sin terminar?
-Ufff… Siempre dicen que lo terminan, que lo
inauguran, se cambian los planes… al final siempre quedamos en lo mismo.
Chupa la bombilla con cuidado. El mate anterior
le quemó la boca. Asiente mientras sorbe y mira la nada. ¿Qué estará pensando?
-Mete miedo este edificio. Está muy oscuro allá
atrás. Y encima hace frío. Más frío adentro que afuera.
-A veces pasa. El fondo no tiene luz, pero no te
hagas problema que no tenemos que ir para ese lado. Está todo cerrado. Nada más
tenemos que cuidar que nadie entre por acá adelante.
Me devuelve el mate. No se lo ve atemorizado,
pero si muy ensimismado. A lo mejor lo que lo inquieta de trabajar de noche es
tener que separarse de alguien.
-¿Y vos tenés familia? ¿Estás casado, algo?
-Si estoy casado y tengo una bebé de un añito.
Hablamos un buen rato de nuestras vidas, de
nuestras familias. De a poco el silencio se va llenando de anécdotas, de risas.
Recién en esta tercera noche puedo decir que me cae bien.
Se acercan las seis, aunque todavía está oscuro
afuera. Empezamos a guardar nuestras cosas, preparándonos para el cambio de
guardia.
-Bueno, esta noche seguí contándome de ese
laburo en Catamarca- le pido.
-Si, falta la mejor parte- me contesta.
-Pensé que había sido en Córdoba- dice la voz.
Hay noches que resultan demasiado solitarias
para cualquiera.
Elegi hacer una historia breve para no cansar, además de que me sirve de "calentemiento". Espero que les guste.
ResponderBorraresta buena!
ResponderBorrarMe alegra que te haya gustado!
Borrarno entendi..
ResponderBorrarSon solamente dos las personas que están en ese lugar, una le pide algo a la otra, ésta le contesta, y una tercera voz agrega algo. De dónde sale la tercera voz?
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