sábado, 12 de enero de 2013

CLÁSICOS: NO ABRAS LA PUERTA

Muchas personas piensan que lo que les voy a contar es una simple leyenda, un cuento o incluso una falsa historia. Yo lo único que puedo hacer es contársela... Después de ahí, sacan sus propias conclusiones.

Hace dos años, estaban tan tranquilos en su casa María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente y su hijo pequeño de 8 años.
Como era costumbre, María se tenía que ir todas las noches a trabajar, era una mujer con muchas responsabilidades (tanto en su trabajo como en su casa) y no podía atender a su hijo en todo momento. Pero aquél día iba a ser muy diferente al resto; ya que cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo, había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que el interno se haya escapado, sino que se lo había visto a pocas manzanas de la casa de la familia de esta historia.
Esto es lo que provocó incertidumbre en María, que al irse al trabajo tenía que dejar a su hijo en casa.
Para prevenir desgracias, cerró puertas y ventanas y le explicó lo siguiente a su hijo:
-"No abras ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo golpearé la puerta 3 veces seguidas, o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo".
Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente.
Al cabo de un rato, el chico ya estaba dormido, cuando de pronto llaman a la puerta. 
POM, POM, POM.
El chico se despertó aterrado. Se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo:
-¿Eres tú mamá?
La respuesta vino con otras series de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía: "JABREME DA PUETA". 
El niño atemorizado huyó hacia su habitación, donde pasó la noche llorando y esperando a que llegue su madre, hasta tal punto que se quedó dormido.
Al día siguiente, cuando se levantó, se dio cuenta que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa, y se encontró a su madre con las piernas cortadas (por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada (por lo que no pudo reconocer su voz) y totalmente ensangrentada.
Desde ése día éste chico tuvo que ser hospitalizado en un psiquiátrico, y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas.


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