Normalmente no hablaba mucho de sus días como obrero, pero nos dijo un día que, en el invierno de 1989, creo, no podía dormir. El autobús hizo una parada cerca de un puesto de tacos. Los tacos olían rico, y todos los del autobús hicieron cola hacia el puesto de tacos, ansiosos mientras se les hacia agua la boca. El hombre detrás del mostrador era muy amigable, dijo, pero había algo un poco raro en él. El hombre removía la humeante, sazonada carne en las calientes tortillas de harina como una máquina, tomando el dinero con una mano y entregando el plato lleno de tacos con la otra.
“¡Tacos De Venado!”, gritaba. Aparentemente vendía tacos de carne de venado, o carne de ciervo. “¡Cómprense taquitos de venado, son muy deliciosos!”
Mi papá debatía el hecho de gastar dos dólares del dinero que con tanto esfuerzo ganó. Afortunadamente, mi padre es impaciente, y odia las filas largas, así que volvió al autobús y se durmió.
El próximo invierno el autobús volvió a parar en el puesto de tacos, y otra vez se hizo la larga fila, dijeron que estaban adictos a los tacos, cada año esperaban impacientes el llegar al pequeño y deslucido puesto de tacos. Mi padre, por supuesto, se quedaba en el autobús. Estaba acostumbrado a sentir hambre, vivió con ello toda su infancia, sobreviviría. Entonces volvió a dormirse, soñando con el caldo de pollo que mi mamá prepara, con tortillas calientes (las cuales ya podíamos comprar).
La siguiente primavera se fue otra vez, pero no fue un buen año, el clima estaba horrible y las plantas dieron poco, la plantación no tuvo otra opción más que dejarlos ir un mes antes. Mi padre dijo que sus compañeros estaban zumbando de alegría, ¡no tendrían que comer sus tacos en el invierno ese año! Los hombres contaron ansiosos las millas que faltaban, su emoción aumentaba cada que se acercaban a la parada de descanso. Tres millas más, dos, una milla más, hasta que llegaron al lugar donde el hombre tenía su puesto de tacos.
Y entonces, nada. No había señal del puesto, o del hombre con su gran olla llena de esa dulce carne de venado. Sólo había una anciana vendiendo ranas de papel maché y piñatas. Los obreros querían saber qué pasó con el hombre de los tacos.¿Se cambió de lugar? ¿Puso un restaurante? ¿Qué pasó, qué?
La mujer levantó la mano, los hombres se callaron.
“Fue arrestado hace meses. Un montón de granjeros y otros hombres empezaron a desaparecer de su pueblo, y la policía estaba estupefacta. Salió un pequeño rumor de que el carnicero, o el hombre de los tacos como lo conocen ustedes, podría estar metido. La policía no tenía más sospechosos, así que decidieron investigar aquello. Lo que vieron los sorp-” fue interrumpida por un hombre, “¿Pero qué con los tacos de venado? ¿Cuando salga de la cárcel volverá a venderlos?”
La anciana se rió.
“Ah, él no dejará la cárcel en un buen tiempo, muchachos. Porque, saben, él no era muy querido en su pueblo, y "venado" era el apodo que usaba para referirse a sus enemigos.”
FUENTE: http://egonspeng.blog126.fc2.com/blog-entry-520.html
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