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miércoles, 25 de mayo de 2016

MAL CÁLCULO





Alejandro se preparó para el salto. Iba a salir del callejón oscuro con esa máscara espantosa,  para darle a ese maldito un susto como nunca antes había experimentado. ¡Ah, dulce venganza…!
Pero Alejandro hizo un mal cálculo. Pensó que el maldito estaba todavía lejos, así que fue sorprendido por su supuesta víctima acuclillado, listo para la acción, y así se le arruinó la emboscada.
¿Acaso no había elegido un buen lugar para esconderse?
Su rival, de todos modos, estaba pálido, paralizado, con los dedos crispados y los ojos desorbitados, mirando horrorizado algo que asomaba desde el callejón oscuro, justo detrás de Alejandro.

Hernán

POCA COSA


Clarita era la enfermera con más años de experiencia del turno noche. Cristiana muy creyente, nunca dejaba
su rosario. Era conocida (a sus espaldas) como “La Madre Superiora”. Mandona, severa, nadie parecía entusiasmado por trabajar con ella, en parte por su carácter, en parte por la fama de aquel servicio. Se decía que en ese sector, después que el sol se ocultaba, pasaban cosas extrañas.
Cierta noche llegó una nueva compañera, Romina. Directo a pagar derecho de piso en ese turno, con esa compañía. Pasaba a suplantar a otra joven enfermera que había abandonado la institución, no se sabe bien por qué motivo.
Romina había llegado bastante temprano para aclimatarse. En ese primer encuentro quedó claro qué podían esperar la una de la otra. La Madre Superiora era exigente aunque no maliciosa. No dudó en ponerla a prueba. Romina parecía frágil, pero era más fuerte de lo que aparentaba. La escuchó, pensó en lo que ella decía, le respondió sin bajar la mirada y sin perder la naciente sonrisa. Así llegaron a entenderse. ¡Y esto no era poca cosa!
La muchacha se desenvolvió adecuadamente, casi como si tomara a esa mujer malhumorada como modelo profesional. Poco antes de comenzar el turno, Clarita la llevó a buscar material esterilizado al sector correspondiente. Llegaron a un pasillo que se abría a izquierda y derecha. A un lado se hallaba la ventana donde debían hacer el pedido. Al otro, un poco alejada, había una puerta doble con visores en ambas hojas, que permitía el acceso a los quirófanos.
A esa hora había poco movimiento. Las paredes transmitían vibraciones lejanas. Las dos mujeres estaban rodeadas de penumbra y sonidos confusos. Mientras esperaban que las atendieran, una de las hojas de la puerta osciló lentamente, casi sin ruido. La iluminación era pobre, así que no pudieron decir a ciencia cierta si realmente se había movido. De pronto, algo se adivinó (apenas) tras los visores. Parecían algunos cabellos desordenados. Tampoco pudieron ver bien de qué se trataba, porque, fuera lo que fuese, al querer aguzar la vista ya había desaparecido. Romina se sintió muy inquieta y ese pasillo ya se le hacía tenebroso. Clarita disimulaba lo mejor que podía. De nuevo había algo allí. Algo que se asomaba muy lentamente. Oyeron un profundo quejido. Romina padeció durante unos segundos ese lentísimo movimiento, se aferró al brazo de su compañera y no pudo seguir viendo. Clarita tenía el corazón desbocado y sudaba frío. Lo que había detrás de esas puertas era monstruoso. Se santiguó repetidamente cerrando los párpados. Arrastró a la joven fuera del pasillo y bajaron corriendo las escaleras, buscando a alguien a quien pudieran contarle lo sucedido. Lo último que querían era estar solas.
Por fin encontraron auxilio. Romina tenía la presión baja y estaba muda, al borde del desmayo. Clarita estaba visiblemente agitada, como si no pudiera terminar de hallarse a si misma después de esa corrida. Los que las rodeaban sabían la verdad de lo ocurrido. Un gracioso se había escondido detrás de la puerta para asustar a la Madre Superiora, y por arrastre la compañera nueva había terminado cayendo en la volteada. Modificando una máscara de Hulk (la única que tenía), quiso hacerle creer que se trataba de un demonio. Los cómplices tuvieron que aguantar la risa cuando escucharon a la pobre mujer repitiendo angustiosamente que había visto algo horrible, que seguramente se trataba de algo diabólico, mientras apretaba el rosario y seguía santiguándose.

LA ULTIMA BROMA



Alejandro era un bromista de cuidado. No dudaba en gastar las bromas más pesadas que se le ocurrieran, o que, para desgracia de sus víctimas, llegara a ver en algún video de Internet.
¿Despertar a un amigo con fuegos artificiales? Lo había hecho.
¿Cambiar el relleno de las galletas por dentífrico? Lo había hecho también.
¿Fingir que se electrocutaba? Incontables veces.
¿Talco en el secador de pelo? Una sola vez, porque después el secador no funcionó nunca más.
Su familia y amigos ya estaban bastante hartos del asunto.

Con todo, había una broma fundamental que nunca había hecho: asustar a alguien con una máscara. Había tantos videos en Youtube sobre esto, que se sintió casi avergonzado de haber pasado por alto ese pilar del oficio. Así que decidió saldar la deuda que tenía con su honor. Pasó varias tardes visitando tiendas de disfraces y de cotillón, porque no quería ninguna máscara fácilmente reconocible que le jugara en contra. Nada de Freddy, de Jason ni de payasos espeluznantes. Finalmente encontró una que le pareció ideal. Era de una especie de bebé deforme (¿o sería un ogro?), realmente grotesco. Ojos saltones y desviados, gesto de sufrimiento, colmillos deformados y amarillentos… Una pinturita. Preparó también un mameluco rotoso y sucio para completar el disfraz.

Al elegir las víctimas, tuvo en cuenta las recomendaciones de los profesionales del susto: debían ser personas jóvenes, presumiblemente sin problemas coronarios o nerviosos, mayores de edad y obviamente desconocidas. No quería caer en lo mismo que los amateurs: asustar a su mamá o a su hermana no contaba.

La acción tenía que desarrollarse de noche, de tal modo que él pudiera permanecer en las sombras y saltar frente a las víctimas, revelando su horrible aspecto. Se decidió por un callejón oscuro a pocas cuadras de su casa. Se llevó la filmadora de su papá para documentar el trabajo en modo infrarrojo, lo que era toda una novedad.

Llegó bien vestido y se atavió en las sombras. Muy poca gente transitaba por ahí, pero no faltaban los incautos ocasionales. La cámara esta bien ubicada, registrando todo. Dejó pasar una, dos parejas, sin atreverse a salir de su escondite. La tercera vez pasó una chica sola, y se decidió.

La pobre muchacha casi se cae por el brinco que pegó hacia atrás, con un grito ahogado en el pecho. Alejandro se sacó inmediatamente la máscara, le dijo que se trataba de una broma y aunque estaba preparado para recibir algún golpe, solamente le dedicaron un “pelotudo” a la carrera. Había pasado por alto señalarle la cámara, pero se sintió extrañamente poderoso luego de esa primera experiencia.
Repitió la broma una, dos, tres veces más, solo con parejas o pequeños grupos. Algunos se reían, otros lloriqueaban, varios lo insultaron. Nadie trató de golpearlo, lo que le resultaba extraño.

Se cambió, recogió la cámara y volvió a su casa. Ahora pensaba en subir el video a las redes sociales. ¿Le traería problemas? Decidió no dormir esa noche para realizar una buena edición. Pero se le pasaron las ganas al ver los primeros minutos de la grabación. Eliminó la primera parte, donde se lo veía a él posicionándose y poniéndose su traje de susto. Entonces se ocultaba acuclillado y pegado a la pared, esperando. Pasó la primera pareja, y nada. Pasó la segunda pareja, y nada. Pero mientras tanto, algo se le acercaba desde el fondo del callejón.

sábado, 20 de junio de 2015

INCONMOVIBLE





En mi sueño vi una casona decrépita, azul y fría, perfilándose sobre una colina pedregosa. La noche avivaba su negrura con el tañido de una campana lejana, tres o cuatro golpes que morían a poca distancia. Pensé en una iglesia, pero la idea de algo sagrado me dio escalofríos. Arriba de las nubes sucias debía estar la luna, pero nada de esa luz pálida traspasaba la barrera de los cielos.
En mi sueño estaba perdido, aislado. Me metí a escondidas en la casona por una ventana del costado, porque soy precavido y porque no quería pisar los escalones de piedra de la entrada principal (parecían de hueso), y tal vez hubiera algo detrás de la puerta, acechando con hambre...
Entré finalmente, y abandoné la esperanza. Dentro no había ningún cuarto, sino que salí a una especie de pueblo viejo y olvidado de Dios. Caminé por una callejuela de tierra haciendo un ruido repulsivo: a grava, a insecto, a rechinar de dientes. Me detuve para mirar dentro de la primera casona, por la ventana.
Un hombre rastreaba algo, un hilo de sangre en un laberinto de hierros. Se acercaba a su presa. Su presa era un amigo al que mataba sin motivo. Hundía su cuchillo en el corazón del otro, y sentía que su misión estaba cumplida y que podia descansar en paz. Yo miraba sin parpadear. Caminé hacia la segunda casona para ver qué pasaba ahí.
Un viejo caminaba harapiento por la calle llena de gente. Había un perro. Se acercaba al animal y luego de acariciarlo sacaba una sierra con la cual le cortaba una pata, sin que nadie hiciera nada. Inmutable, fui un poco más allá, a la tercera casona.
En la oscuridad, había un haz de luz que alumbraba solo a un hombre tirado en el suelo, con las manos atadas en la espalda. Alguien, en la total oscuridad, hacía ruido arrastrando una silla. Se sentaba cerca, supongo, y le hablaba. El otro callaba. Entonces se hizo visible la silla, que asentaba una pata en la entrepierna del hombre atado. Alguien se sentó de golpe y adiviné un grito. Seguí de largo, sin apuro, para mirar los demás edificios, que parecían interminables.

sábado, 21 de febrero de 2015

PARECE QUE ESTAMOS ATRAPADOS - VERSION PROPIA DE "LA JOVEN DEL CEMENTERIO"


Esta es mi versión de una conocida historia, relatada innumerables veces. Espero que les guste.

Aquella tarde de primavera decidió finiquitar el asunto y hacer la visita al cementerio que tanto venía esquivando. Llegó un poco tarde porque el día estaba lindo y quiso caminar. El portero le avisó que en media hora cerraba.
Había poca gente por los caminitos silenciosos. Casi todos de salida. Un poco más adelante estaba el sotanito familiar, donde pensaba dejar las flores, rezar algo y volverse. Miró lo gris y lo indiferente de la piedra y entonces le punzó el recuerdo. Estaba en el lugar más olvidado del mundo.
Se le pasó el tiempo sin rezar, y cuando miró lejos hacia el portón del frente vio que ya estaba cerrado. Sintió un nudo en la garganta pero pensó, tratando de no angustiarse, que el cuidador debía andar por ahí cerca. Todavía estaba claro, pero la quietud era opresiva. No había nadie en el sector del enrejado principal, así que se dirigió hacia donde creía recordar que se hallaba la puerta del costado, suponiendo que el empleado querría cerciorarse de que todo estuviera seguro. En la intersección de dos callejuelas se cruzó con una joven pálida. Los dos se sobresaltaron al verse, porque iban apurados. Ella sonrió y le dijo que quería salir. Él contestó, aliviado, que andaba en el mismo trámite. Ella le dijo que la siguiera, y él hizo caso, contento por esa companía tan agraciada.

sábado, 7 de febrero de 2015

NADA


 
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-¿Qué hay debajo de la cama?
La respuesta que te dan...  
-¿Qué se puede hacer para vencer el miedo?
...la que responde tantas preguntas...
-¿Qué será de mi si el horror me supera?
...no es precisamente alentadora.

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 Hernán Ibarra

jueves, 5 de febrero de 2015

LA MIRADA QUEDA



Despierto de un sueño desvanecido, como de gasa fina y blanca hecha jirones. Me topo con tu mirada gris. Hay en tus ojos un rastro de bronca vieja. Como de reproche pasado por agua. Brillante y apagado al mismo tiempo.
A veces uno fantasea... pero no esas fantasías de antaño, de juventud, de magia. Fantasías propias de la parte más descolorida de la vida. Y entre las más preciadas está la de irse de este mundo de tristeza sin dolor, al menos en ese tirón final.

sábado, 9 de agosto de 2014

EL SECRETO DE LOS PERROS - VERSION PROPIA DE "LAS LAGAÑAS DEL PERRO"

Desde hacía una semana los perros de la cuadra ladraban incesantemente por las noches. No lo dejaban dormir, no lo dejaban pensar. Había quedado solo en la casa por al menos un mes, hasta que su padre y su nueva esposa volvieran de su luna de miel. Deambulaba ojeroso durante el día sin saber muy bien que hacía: lo movía la rutina.
Una tía abuela medio mística (la última que le quedaba) le dijo por esos días: "Los perros ladran tanto porque ven cosas que nosotros no podemos conocer. Algo anda rondando, por eso los perros no tienen paz.". Parecía una idea rara pero extrañamente razonable. Aceptarla implicaba darle el visto bueno a un sin fin de cosas en las que nunca había creído; por otro lado, un animal tan noble y con sentidos tan aguzados (quizás incluso con sentidos desconocidos para los humanos) tranquilamente podía estar percibiendo en esos momentos un mundo de sombras que nosotros jamás alcanzaríamos.
Se encaprichó con el secreto de los perros.
Haciendo una rápida investigación se topó con la leyenda de las lagañas del perro, aquella que cuenta que, si una persona se coloca sobre los ojos (durante una semana) lagañas de perro, a la medianoche de la séptima jornada será capaz de ver todo aquello que escapa a nuestras miradas mundanas.
Tomó coraje; una mañana, arrancando las vacaciones de invierno, se despertó temprano, sigilosamente se acercó a su perro que dormía y le limpió las dichosas lagañas. Se resistió durante unos segundos a colocarse esa sustancia cremosa y desagradable pero por fin, con una mueca de asco, se restrego con ella los ojos.
Ardió, pero resistió el impulso de lavarse.
Habiendo transcurrido un día completo, se asomó a la ventana para comprobar si había tenido éxito, pero no veía más que el panorama desolador de siempre. Siete días entonces, no uno. Tuvo la precaución de tomar los antibióticos que encontró en el botiquín, pensando que lo ayudarían a mantener sus ojos en condiciones. Por las mañanas se colocaba lagañas frescas. Pasaba las noches en vela, incómodo, dolorido, expectante y un poco asustado. ¿Qué vería, si el ritual funcionaba? ¿Qué pasaría si no? Las veces que no aguantaba más y dormitaba, se despertaba sobresaltado, sintiéndose observado.
Finalmente llegó el momento de la verdad. Para entonces tenía los ojos hinchados, pegoteados y supurantes.

sábado, 2 de agosto de 2014

CLASICOS: LA CAMPERA PRESTADA ( VERSION PROPIA DE "LA CHICA DEL CEMENTERIO" )





Esta vez retomo un clásico de las leyendas urbanas, para traerles mi propia versión. Tiene una pequeña gran diferencia con el relato original, espero que les guste! Cualquier opinión, comentario o crítica constructiva serán muy bien recibidos, saludos!







A pesar de haberse resistido tanto a salir, Ricardo terminó dando gracias por haberse decidido. Sus amigos prácticamente lo habían obligado, sabiendo lo difícil que era sacarlo de su cueva. El cumpleaños de uno de la muchachada fue la excusa perfecta y eficaz.
Daba gracias porque ya llevaba bailando casi dos horas con una chica hermosa, pálida y de cabellos negros, casi tan negros como sus profundos ojos. Los demás miraban con cierta envidia su conquista, murmuraban una que otra cosa, seguían tomando, pero de hecho estaban contentos de que por fin se le diera.
Así transcurría la noche, y Ricardo no recordaba haberse sentido tan feliz nunca antes en su vida. Ella no solo era bonita, sino también muy simpática y despreocupada. Irradiaba cierta candidez en lugar de la habitual sensualidad exacerbada que uno podría esperar. Vestía ropa ajustada, pero que cubría casi enteramente su cuerpo, dejando visibles apenas su cuello y un austero escote. Y sus pequeñas manos, que al tomarse con las de Ricardo (morenas, de largos dedos) parecían de marfil. Manos de porcelana, manos de muñeca.
Cuando al fin terminó la música y encendieron las luces, la parejita salió abrazada. El frío de la noche los golpeó apenas traspusieron la puerta del local. Ella se estremeció, y él, todo galante, la cubrió con su campera. Se perdieron en una mirada intensa, se besaron y el tiempo pareció trastabillar. Subieron a un taxi. Ella no tenía teléfono, pero le mostró cual era su casa. Bajó del auto y antes de abrir la puerta y perderse en la oscuridad de la casona, se giró en el umbral y le tiró un beso. Unos segundos después, en el interior de la vivienda se encendió una luz. Ricardo le indicó al conductor su dirección y continuó el viaje sintiéndose dichoso.
Unos días después el muchacho volvió a la casa de su amada, para buscar su campera y también para invitarla a salir de nuevo. No había dejado de pensar en ella. Al no hallar timbre golpeó la puerta con fuerza. Transcurrieron unos segundos que se le hicieron interminables, pensando que tal vez ella le abriría. Pero lo atendió una anciana de ojos cansados. Suponiendo que se trataba de la abuela, pidió con una sonrisa hablar con Gabriela.

jueves, 26 de junio de 2014

TANMAY EL ABSORTO

Espero que esta historia breve les guste, acabo de escribirla así que... recién salida del horno!


Cuando Tanmay ingresó al salón el maestro llevaba varias horas meditando. Entró descalzo, sin hacer ruido. Pensaba, mientras lo reverenciaba mentalmente, qué tan profundo habría llegado el anciano. A medida que se acercaba, paso a paso, se sentía cada vez más en soledad, predispuesto para la meditación y temeroso de perturbar la serena quietud del cuarto. Cerró sus ojos.

Las inhalaciones y exhalaciones de Tanmay fueron disminuyendo lentamente, hasta el punto en que parecía no respirar. Todo fue desvaneciéndose a su alrededor. Tras una primerísima y breve sensación de la Nada, comenzó su tribulación. Cuestionamientos que lo alcanzaban aún en lo más lejano de su viaje. Abrió los ojos. Él no lo sabía, pero habían pasado casi dos horas. El maestro seguía inmutable.

Tanmay cerró los ojos nuevamente. La tentación de encontrar el motivo o la solución de su tribulación era fuerte, pero la verdadera respuesta era la sensación de la Nada. Pensó en no pensar y se alejó un poco de la profundidad requerida. No reaccionó y muy pronto se hallaba muy cerca pero igualmente distante. Algo le pesaba sin que el lo supiera. Se alejó de la profundidad de su adentro del cielo y regresó al salón, habiendo transcurrido esta vez más de cuatro horas, sin que él lo supiese. Percibió que el maestro seguía imperturbable. Pero esta vez lo supo sin abrir sus ojos, por lo que continuó.

viernes, 20 de diciembre de 2013

NO MIRARON AL CIELO - FIN DE AÑO EN TUCUMAN


Como siempre para esas fechas, la expectativa crecía más y más. Esos últimos días del año, llenos de amores, odios, reflexiones, reencuentros, discusiones, soledades y propósitos de enmienda, difícilmente dejaban indiferente a alguien. En medio del calor tucumano y de la festividad del fin de otro ciclo, todos se preparaban, a su manera, para hacerle frente a lo que llegaba. 

Algún observador despistado, desde afuera, hubiera dicho que el último brote de la magia de la niñez había renacido (un poco retorcido) en los adultos. Esa tarde esperaban exaltados la noche. Juntos. Pero aún faltaban unos días para la llegada del Niñito Dios, o de Papá Noel. 

No miraron al cielo buscando una estrella, miraron sus pantallas, sus teléfonos y sus computadoras, tratando de asimilar el “Ahí vienen!!!”. El fuego iluminó las calles, y todos se ubicaron para esperar.


domingo, 1 de septiembre de 2013

BIENVENIDA AL CLUB DEL SIDA


Una vez más el clásico del sábado llega en día domingo...
Existen muchas versiones diferentes de esta historia, que encierra en cada una de ellas una intención eminentemente moralizante, y que en algunos casos llega incluso a internarse en terreno de la alarma social. Les dejo mi versión.





Margarita era una chica que durante toda su vida se había mostrado reservada, un poco tímida incluso. Sus padres eran muy exigentes con su rendimiento académico, y ella no les daba más que satisfacciones. Finalizando ya el último año del secundario y ante la organización del viaje de egresados, había cambiado: se animó a participar de las reuniones y formar parte de los grupos que se encargaban de todas esas cuestiones. De esta manera, aquella adolescente casi invisible pasó a tener notoriedad, y todos parecieron descubrir que existía, y que era muy bonita.
El viaje fue un exito: viajaron felices, compartieron mil cosas, se forjaron amistades hasta entonces impensables... Margarita disfrutaba a pleno de estas nuevas experiencias. Sobre todo le encantaba ir a bailar: algo que había estado prohibido para ella durante mucho tiempo.
La última noche del viaje, la última noche de baile, Margarita conoció a aquél muchacho. Un joven alto, con la piel bronceada y la mirada penetrante. Tan distinto a sus compañeros... No lo conocía, seguramente había viajado con otro colegio. Él se le acercó, la sacó a bailar, le habló al oído. Ella no pudo resistirse, se sentía en medio de un cuento de hadas. Las luces, el ruido, todo pareció desvanecerse cuando después de unos tragos se escabulleron a su habitación...

domingo, 7 de julio de 2013

SIN ESCAPATORIA




Ya presiento lo que provoca aquella brisa tras mi cabeza: uñas maltratadas sobre dedos blanquecinos de manos codiciosas. O bocas rebalsando negrura de dientes podridos y besos de muerte.
Algo devora algo fuera del cuarto. Seguramente algún vapor etéreo ha saturado los ambientes. De a poco los sonidos van muriendo, y ya no puedo salir.
Si miro al costado los veo en los recovecos, si escucho me ensordecen con sus gritos enfurecidos. Tendré que quedarme quieto y callado y terminar lo que comencé. Si dejo de leer me arrastrarán a su guarida, o, como adivino por el golpeteo en la puerta, entrarán para llevarme.
Si me equivoco y huelo me desvanece el olor a azufre, si aguanto la respiración me vence el hedor de podredumbre. Si soporto la prueba me descorazona el aroma de aquél ser amado, y lloro.
Si espío el espejo me horrorizo con lo que veo, si lo rompo me maldicen por lo que había reflejado. Si llamo un nombre de mujer vuelve del más allá para vengarse, si llamo un nombre de varón desato cuatro males en el mundo.

jueves, 30 de mayo de 2013

PICHON DE CRAVEN


Justo tuve que hacerle la entrevista a este tipo, a este que sueña con dirigir cortos de terror. Por qué tendrá que ser el papá de Santiaguito… y ya no me queda otra más que meterle pata, mañana tengo que entregar el trabajo, sino mejor me olvido de aprobar…
¿Cómo iba a saber que era el padre? La mamá me atendió muy bien, sin problemas, todo perfecto, pero a la hora de la verdad se manda mudar y yo quedo con el pichón de Wes Craven. En cuanto me abrió la puerta y le vi la cara me di cuenta quién era. Todos los santos días comparte algún video o alguna noticia sobre películas de miedo, monstruos, fantasmas… maldita la hora en que le acepté la solicitud de amistad, y ahora mejor me olvido de tacharlo, después de la mano que me está dando con la entrevista…
No voy a ser capaz de hacer bien este trabajo, me pone nervioso esa mirada extraña que tiene. A simple vista no parece tener nada raro, hasta parece simpático, pero esos ojos… no se sabe si está aquí o allá, él igual siempre contesta, siempre habla, aunque no se si a mi, conmigo… ojos soñadores… ojos difusos…
Le veo la cara de buen tipo y no puedo, me hace dudar. Pienso en esos videos, en esos relatos, en las fotos… ¡y tanta gente que se copa y le sigue la corriente! Pero yo no soy así, y parece que él no se da cuenta. O veo esos ojos de no se qué y me parece que me lo hace de gusto, que sabe pero igual me manda la foto, el video, la leyenda urbana y qué se yo qué más. Y no me animo a sacármelo de encima.
Me molesta que me mire de esa manera. Sonriendo, hablando con voz tranquila, pero sin sacarme los ojos de encima. ¿Qué es lo que mira tanto? ¿Qué es lo que ve? Hasta siento el impulso de tocarme la cara para ver si tengo algo raro, pero no me animo, no quiero que sepa que me doy cuenta de cómo me mira. Algo anoto de lo que me dice, algo me acordaré después, si es que puedo.

viernes, 10 de mayo de 2013

PLACIDO TU CUERPO, CONCILIADORAS TUS MANOS



Plácido tu cuerpo, tendido, insinuante. 
Tus manos sobre la cama, atrayentes, vueltas hacia mí las palmas. 
Un tenue resplandor nunca antes visto, irradiando tu rostro en la penumbra del cuarto. 
¿Sonríes? ¿Me llamas? 

Tu cuerpo en posición, paciente, irresistible. 
Conciliadoras tus manos, expectantes, tal vez ansiosas. 
El dulce aroma del momento en que las disputas se zanjan piel a piel. 
¿Me acoges? ¿Me tienes? 

Tu cuerpo contorsionado en esa forma tan compleja que siempre te brinda comodidad. 
Tus manos más codiciosas que nunca, renunciando por esta vez a esa satisfacción tan habituada. 
Nada puede contra el silencio de la noche que se cuela en mi alma. Cierro los ojos y no hay más que esa imagen: tu perfección, por única vez. 

Ahora que, como siempre, no ves, ni escuchas, ni me regalas tu perfume, ni me brindas tu abrazo. Por sobre todas las cosas, ahora que callas… Hay algo más allá de mis sentidos que adivino arremolinándose sobre ti. Una luz fuera del espectro, una fragancia fantaseada, un sabor desconocido, una tibieza pospuesta, una palabra negada. 

martes, 15 de enero de 2013

PÁGINA 1 (Historia propia)

Parece mentira, pero otra vez te has quedado atrás. Si alguien te ofreciera dinero para que te separaras a propósito del grupo, no podrías hacerlo tan bien. Siempre al regreso, después del camping, tus amigos saben qué deben hacer: esperar un poco, porque entre los sonidos de la naturaleza, los murmullos de ciertas corrientes secretas, los destellos del sol entre el follaje (que parecen hipnotizarte por un momento), y sobre todo por esa manía de fotografiarlo todo...
Seguramente están esperándote más adelante. Pero esta vez tardaron mucho en desarmar la carpa, caminaron más lento que de costumbre, ellos mismos parecen haberse distraído bastante por el camino. Un error de cálculo: el sol está detrás de los cerros, la tarde va muriendo de a poco.
Caminas con prisa, y tu respiración se acelera. Cada paso parece oscurecer un poco más el escenario. Hasta que al fin, después de recorrer un buen tramo de monte, llegas a un sendero arbolado. Tu teléfono no tiene señal. De tus amigos, ni noticias.
Se hace de noche y no hay luna.
Tratas de calmarte, tratas de pensar en una solución, de encontrar una salida. Te has perdido, te has separado de tu grupo, no tienes manera de comunicarte con nadie y, para terminar, no puedes ver nada. Al menos tienes la linterna.
Deberías haber invertido en una de mejor calidad. Alumbra poco, pero te permite orientarte. Sigues el sendero. Solo escuchas el sonido de tus pasos y el canto monótono de los grillos. Y tu respiración; recién ahora te das cuenta de la agitación que te embarga.
Tienes ganas de correr, pero luchas por mantenerte en control. El miedo te acecha, lo sabes, pero no le das oportunidad. Mantienes el paso con la vista siempre al frente. No te atreves a gritar, ni tampoco a mirar hacia atrás.

lunes, 7 de enero de 2013

LA LECHUZA - (LA NOCHE A LO LARGO DE ESOS CAMINOS I)

Yendo desde Capital hacia el interior, después de una jornada agotadora, manejaba la moto a media velocidad, con ella dormida a mis espaldas.
La noche a lo largo de esos caminos puede volverse inquietante: asfalto, luz, ruta; y el motor que sostiene su misma, única nota interminable. Estábamos solos.
El viento frío me helaba las manos y la cara, el sueño me pesaba en los párpados; su abrazo me hacía anhelar más que nunca llegar a casa.
Cada tanto, por la otra vía nos cruzaba algún auto haciendo estrépito; en el invierno parecen rugir de apuro. Solamente un camión nos adelantó esa noche, paradójicamente silencioso.
Iba pensando en no dormirme, iba pensando en lo lindo que sería cerrar los ojos un momento y descansar la vista, iba pensando en que no podía acostarme como quería (iba en la moto, ¿cómo me iba a acostar?). Luchaba contra el sueño, el frío, el silencio, la ruta que no se acababa. Y también contra su confortable abrazo.
Pensando en esas cosas, más o menos a mitad del trayecto pude adivinar con el rabillo del ojo algo blanco que se acercaba rápidamente. Una lechuza, seguramente. Parecía volar bajito desde atrás, a mi derecha, como para cruzarnos en diagonal. Esperé el chillido, preparé el insulto, pero no lo dije porque siempre me pareció una costumbre inútil e infundada. Lo único que las lechuzas hacen es comer ratas.

jueves, 25 de octubre de 2012

SUICIDE GIRL "2" (NUEVA VERSIÓN) - 25/10/12

Hola a todos, seguramente se habrán topado más de una vez con esta historia, y seguramente siempre fue la misma versión. En esta ocasión les traigo una diferente, que toma como base la clásica pero que sigue por otros rumbos. Espero que la disfruten!

 

 
dakonero escribió a las 22:37 

Hola, les cuento algo que me pasó.
Hace un par de semanas, mientras navegaba por la Web, encontré esta imagen y no pude evitar sentirme cautivado por una mirada así de intensa. Dos ojos azules que ardían engarzados en un rostro de porcelana. Descargué la imagen y la dejé en el escritorio de mi computadora sin darle demasiada importancia. No me impresionó mucho la historia que la acompañaba.
Cuando volví de la facultad recordé ese archivo. Lo abrí y miré con atención. Pasé varios minutos observando el retrato, ensimismado, cuando de repente el hechizo se rompió; algo, algo más, pareció contemplarme por un segundo desde esos ojos pintados. Desvié la vista, un poco mareado, y al volver a observar la imagen todo había vuelto a la normalidad, si es que un rostro como ese puede considerarse normal.
Desde entonces todos los días la miro al menos un instante, curioso, embobado, tratando de desentrañar el misterio. A veces parece estar a punto de llorar, a veces me mira desafiante. En ocasiones parece enojada conmigo. No solo me sigue su mirada: me siguen sus emociones. Llego incluso a sentir que estoy a punto de leer su pensamiento.


dakonero escribió a las 14:01

He investigado un poco sobre la imagen. Parece ser un dibujo realizado por una adolescente antes de cometer suicidio. Creo (quiero creer) que es un autorretrato. Luego fue escaneado y distribuido por la Web. ¿Por qué? ¿Para qué? Durante unos días me mantuve escondido de sus ojos, pero no puedo soportar esa ausencia. La extraño tanto…

lunes, 8 de octubre de 2012

CREEPYPASTA: LA VERDADERA HISTORIA DE NENE MALO

Volvía de un viaje de trabajo desde Florencio Varela hasta Merlo. Iba cansado y apesadumbrado porque las ventas no habían sido las esperadas. Pensaba en cómo podría pagar la deuda, en lo que iba a pasar si no lograba reunir el dinero…
El auto protestaba un poco cada tanto, pero resistía el esfuerzo. Todavía faltaba bastante cuando empezó a llover.
Aún hoy no me explico por qué tanto retraso, pero cuando menos lo esperaba el sol comenzó a ocultarse y las cosas perdieron color. Entre el cansancio, la preocupación y la lluvia, decidí parar y dormir, siquiera en el auto.
Estaba en pleno Lomas de Zamora, no conocía a nadie, así que paré frente a un barcito apartado. Al entrar vi que estaba prácticamente vacío: el que supongo era el dueño miraba una película en blanco y negro, y en un rincón un borrachito contemplaba tristemente una botella y un vaso vacíos.
Me acerqué a la barra y pedí una cerveza. Tenía hambre, pero no quería comer nada en ese lugar. Afuera la lluvia cobró fuerza.
-Qué nochecita – le dije al dueño.
-Psss… - contestó sin apartar la vista del televisor. Tenía un bigote desaliñado que escondía las comisuras de su boca. – El día que el del tiempo acierte, se acaba el mundo.
Fui sorbiendo lentamente la cerveza helada, cuando al tercer trago el viejito borracho se me sentó al lado. – ¿Amigo me compra un trago? – pidió con una sonrisa desgastada. Se me pasaron mil cosas por la mente, pero no les di importancia. – Claro amigo, ¿qué quiere tomar?
Pidió un vino, el más barato que uno pueda imaginarse. Se sirvió y vació el vaso, después sirvió y vació de nuevo. Mientras estaba en eso, por la calle pasó un auto con la música a todo volumen. Sonaba un tema de cumbia.
Durante la propaganda de la película, pusieron el anuncio de un recital en un club de la zona. No le presté atención, pero al escucharlo el viejo se ahogó con el vino, tosió, puteó, se limpió la boca con la manga.
El dueño ya no miraba la tele. Ahora el hombrecito tenía un gesto agrio. Sin previo aviso, sorprendentemente lúcido, empezó la historia.

sábado, 1 de septiembre de 2012

CLÁSICOS: EL CHIHUAHUA

Existen muchísimas versiones de esta historia, que incorporan diferentes contextos y personajes, siendo común a todas ellas únicamente el lugar donde ocurre todo. Les dejo la mía.

Una pareja realiza un viaje por toda América Latina por su luna de miel. Han debido retrasar el viaje por motivos de trabajo, pero finalmente pueden darse el gusto. Ella está embarazada de 3 meses, felizmente sin malestares o dolores.
Finalizando su travesía y mientras se hallan en México, descubren con desagrado que a escasas cuadras de su hotel hay un riachuelo muy contaminado, donde flota todo tipo de desechos y se amontonan pilas de basura. Esto les provoca un gran pesar, ya que ambos son fervientes ecologistas y defensores de los derechos animales. Recorren con tristeza las cercanías del riachuelo, cuando de repente notan que algo se mueve entre la basura. Al aproximarse se topan con un pequeño perro chihuahua, muy enfermo, casi sin pelo y con los ojos enrojecidos. Totalmente conmovida, la mujer decide llevarlo con ellos, sin encontrar resistencia por parte de su marido. Meten al animalito a escondidas a su habitación, lo alimentan y lo bañan. El pobrecito apenas logra tragar, y no hace ningún ruido. Luego se desploma extenuado.
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