Desperté.
Está brillante aquí. Demasiado brillante. ¿Qué es este lugar?, ¿un hospital?, ¿una prisión? Tiene 4 paredes, un rígido catre y un respiradero. ¿No hay una puerta?
Piensa… ¿Qué pasó? Algo pasó, ¿dónde estaba anoche?, ¿dónde quedé dormido? Maldición… no puedo pensar. No puedo pensar en nada. ¿Es esto alguna clase de experimento? No puedo pensar. ¡No puedo tan siquiera recordar mi maldito nombre!
Mira a tu alrededor, tarado. Paredes sólidas; encerrado en una habitación. Estoy en un psiquiátrico. ¡Eso es! ¡Soy un desquiciado! O lo era, al menos. Estoy en paz con ello ahora. ¿Estoy curado? ¿Me puedo ir?
Me levanto. Me reviso; estoy desnudo. Aunque bastante limpio, como el resto del cuarto. Todo cuanto me rodea es blanco y pulcro. Está demasiado brillante aquí.
—¿Hola?… ¿Hay alguien aquí?… ¡Necesito ayuda! —grito. No hay respuesta—. ¡Alguien, por favor, ayuda!
Camino alrededor palpando las paredes. ¿Dónde está la puerta? Tiene que haber una. ¿Qué demonios? ¡Tiene que haber una puerta!
No la hay, simples paredes. Miro bajo el catre en busca de algo, lo que fuese. Nada, tampoco.
¿Sí estoy en un psiquiátrico? Esto parece tan irreal. ¿Por qué no puedo recordar mi nombre?
—Hey, al fin te levantaste. —Escucho la voz de un hombre venir por el respiradero. Corro hacia él emocionado...