Gran sorpresa ha causado entre los fieles católicos (y en el mundo todo) el anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI. El 28 de Febrero de 2013 a las 20:00 hs. tendrá que ser convocado el cónclave para elegir al nuevo sucesor de San Pedro.
El impacto que esta noticia ha causado deriva de lo poco habitual de este tipo de decisiones; hace 6 siglos que no ocurría algo similar.
A través de un discurso pronunciado en latín, Benedicto XVI dio a conocer su profunda reflexión ante una decisión de esta envergadura, y la plena libertad con que la asume. Se reconoce falto de fuerzas para desempeñar adecuadamente la exigente labor que le ha sido confiada. En los últimos meses se lo pudo notar más delgado, como consecuencia quizás de la afección cardíaca que lo aqueja hace años. Luego de elegido el nuevo Sumo Pontífice, Joseph Ratzinger se trasladaría a un monasterio de clausura dentro del Vaticano.
Después de esta brevísima nota, podemos continuar con el tema que se desprende de semejante novedad. La mayoría de nosostros ha escuchado alguna vez sobre distintas profecías, de mayor o menor gravedad y alcance. Entre ellas seguramente varias hacen referencia al fin del mundo (hace unos meses nada más nos salvamos del apocalipsis maya); y dentro de este grupo, todavía podemos enfocarnos en las profecías religiosas.
Esta vez le toca el turno a una muy conocida.
LA PROFECÍA DE LOS PAPAS